Por ti, por mi, por todas
- Natigarlob

- 8 mar 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 ago 2019
Antes de que el Congreso Nacional fuera lo que es hoy, un viejo edificio albergaba a cientos de porteños que se atendían en el hospital Enrique Deformes. Mi bisabuela paterna, enfermera de oficio, caminó por esos pasillos gran parte de su vida. Mi tata y su hermana crecieron viendo a una mujer empoderada, valiente y digna de admiración que muchas veces tuvo que dejarlos al cuidado de terceros o llevarlos al trabajos por no tener con quien dejarlos.
Mi abuela materna, por otra parte y casi dos décadas después, comenzó a crear una numerosa familia. Tuvo seis hijos en una situación económica y social muy diferente a la que tenemos hoy. Soportó y normalizó la violencia por más de veinte años. Sacó adelante a su familia trabajando en la feria. El mismo trabajo que hoy, a sus 78 años, la tiene viviendo con fibrosis pulmonar. Mi mamá, criada en un entorno machista, crío a sus cinco hermanos menores. Vivió y soportó en carne propia la traición, la desilusión y el menosprecio de un hombre. Todo mientras trabajaba de sol a sol, con dos hijas chicas, para darles todo lo que un día ella no pudo tener, muchas veces arriesgando su propia vida.
Mi mamá y mi abuela fueron víctimas de abusos, aún cuando ni ellas mismas lo sabían. Mi bisabuela recorrió los mismos pasillos por los que hoy caminan cientos de hombres que se oponen a entender la lucha feminista. Se me hace imposible no pensar en ellas y en muchas otras que día a día pelean por un mundo más justo para sus sucesoras.
Hoy mi lucha, mi escritura, es por ellas, por ustedes, por mi y por las que vienen, para que nunca más una mujer viva atemorizada y sintiéndose menospreciada por un hombre. Hoy no celebra, se reflexiona.
Natalia.
Foto: @neoforastera




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